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Leo no se pudo contener, salió por la puerta tapándose la cara
mientras apartaba a Frank.
Buscó un sitio apartado donde poder pensar. Nico había sido su
amigo, a pesar de las discusiones, las bromas, los comentarios sarcásticos no podía sentir más pena por él.
Nico no podría haberlo pasado peor durante su vida; Percy le
prometió que su hermana viviría y no fue así. Sufrió varios deslices y engaños
de espíritus durante su vida. Fue utilizado por muchas personas pero él solo
tenía intención de ayudar. Le daba igual si acababa muerto, él quería salvar
vidas a pesar de que era hijo del Dios de la muerte.
Leo nunca había conocido a una persona tan servicial y
voluntariosa pero tan callada y atemorizante a la vez. Quizá Nico no quería que
se notase que era una persona amable. Quizá quería aparentar la imagen de un
ser inocente con un pasado oscuro o puede que no fuera así, que todo lo que le
había pasado anteriormente le había hecho crecer en fortaleza y valentía, pero
seguía comportándose como si fuese invisible. Porque nunca quería ser el centro
de atención. Quería hacer la vida más agradable a los demás. Pero mientras él
hacía todo esto, Leo no se daba cuenta. Hasta ahora.
Nico era una persona imprescindible en su vida. Un amigo. Nico era
mejor persona que él. Y se daba cuenta ahora. Todos los logros de la guerra
contra Gaea eran gracias a él. Nico era una de esas personas que aunque les
dejes solos en medio de un bosque perdido, buscarían una salida hasta
encontrarla. No se daría por vencido. En cambio Leo sí. Quizá Nico se merecía
más que él estar en el grupo de los siete semidioses de la profecía. No había nadie más
merecedor de ése puesto que Nico.
¿No había… o no hay? ¿Sería verdad que seguía vivo? Las palabras
dichas por el mismo Nico decían lo contrario. Leo no era un chico muy esperanzador,
pero cuando se trataba de él todo era posible.
Todo le quería, y todo el mundo sabía lo que era
capaz de hacer. Si mirabas bien en sus oscuros ojos, podías ver la chispa de su
esperanza, la chispa de su felicidad. La felicidad que nadie que Leo hubiese
conocido había visto o oído, esa felicidad oculta de Nico.
La felicidad de Nico murió junto a su hermana Bianca y alguien
tenía que hacer algo para devolvérsela.
Un golpe en el hombro le devolvió a la realidad.
-Eh, tío. ¿Estás bien? Has salido corriendo y me he preocupado.-
Dijo Percy poniéndole la mano en el hombro.
Leo levantó la cabeza y con los ojos llorosos miró a Percy.
-¿Tú crees que estoy bien? Mi mejor amigo ha desaparecido.-Dijo
Leo con frialdad.
-Espera, espera, espera. ¿Desde cuándo sois mejores amigos? Me
creía que YO era tu mejor amigo.-Murmuró Percy.
-A ver, es UNO de mis MUCHOS mejores amigos. También cuento con
mis fans del Equipo Leo. –Leo soltó una caracaja.
-Me gusta ver que te recompones. Vayamos con los demás y comamos
unas pizzas.-Añadió Percy disimuladamente.
-¿Pizza? ¿Ahora? No sé lo que te pasa a ti con la comida… Pero de
todas formas, siempre apetece una. –dijo Leo levantándose del suelo.
-Mejor que sea un pizza azul…-Murmuró Percy sonriente.
Leo puso los ojos en blanco y siguió caminando.