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jueves, 4 de diciembre de 2014

Capítulo 7

(Para leer capítulos 1, 2, 3, 4, 5, y 6 deslizar hacia abajo)

Leo no se pudo contener, salió por la puerta tapándose la cara mientras apartaba a Frank.

Buscó un sitio apartado donde poder pensar. Nico había sido su amigo, a pesar de las discusiones, las bromas, los comentarios sarcásticos  no podía sentir más pena por él.

Nico no podría haberlo pasado peor durante su vida; Percy le prometió que su hermana viviría y no fue así. Sufrió varios deslices y engaños de espíritus durante su vida. Fue utilizado por muchas personas pero él solo tenía intención de ayudar. Le daba igual si acababa muerto, él quería salvar vidas a pesar de que era hijo del Dios de la muerte.

Leo nunca había conocido a una persona tan servicial y voluntariosa pero tan callada y atemorizante a la vez. Quizá Nico no quería que se notase que era una persona amable. Quizá quería aparentar la imagen de un ser inocente con un pasado oscuro o puede que no fuera así, que todo lo que le había pasado anteriormente le había hecho crecer en fortaleza y valentía, pero seguía comportándose como si fuese invisible. Porque nunca quería ser el centro de atención. Quería hacer la vida más agradable a los demás. Pero mientras él hacía todo esto, Leo no se daba cuenta. Hasta ahora.

Nico era una persona imprescindible en su vida. Un amigo. Nico era mejor persona que él. Y se daba cuenta ahora. Todos los logros de la guerra contra Gaea eran gracias a él. Nico era una de esas personas que aunque les dejes solos en medio de un bosque perdido, buscarían una salida hasta encontrarla. No se daría por vencido. En cambio Leo sí. Quizá Nico se merecía más que él estar en el grupo de los siete semidioses de la profecía. No había nadie más merecedor de ése puesto que Nico.

¿No había… o no hay? ¿Sería verdad que seguía vivo? Las palabras dichas por el mismo Nico decían lo contrario. Leo no era un chico muy esperanzador, pero cuando se trataba de él todo era posible.

Todo le quería, y todo el mundo sabía lo que era capaz de hacer. Si mirabas bien en sus oscuros ojos, podías ver la chispa de su esperanza, la chispa de su felicidad. La felicidad que nadie que Leo hubiese conocido había visto o oído, esa felicidad oculta de Nico.

La felicidad de Nico murió junto a su hermana Bianca y alguien tenía que hacer algo para devolvérsela.

Un golpe en el hombro le devolvió a la realidad.

-Eh, tío. ¿Estás bien? Has salido corriendo y me he preocupado.- Dijo Percy poniéndole la mano en el hombro.

Leo levantó la cabeza y con los ojos llorosos miró a Percy.

-¿Tú crees que estoy bien? Mi mejor amigo ha desaparecido.-Dijo Leo con frialdad.

-Espera, espera, espera. ¿Desde cuándo sois mejores amigos? Me creía que YO era tu mejor amigo.-Murmuró Percy.

-A ver, es UNO de mis MUCHOS mejores amigos. También cuento con mis fans del Equipo Leo. –Leo soltó una caracaja.

-Me gusta ver que te recompones. Vayamos con los demás y comamos unas pizzas.-Añadió Percy disimuladamente.

-¿Pizza? ¿Ahora? No sé lo que te pasa a ti con la comida… Pero de todas formas, siempre apetece una. –dijo Leo levantándose del suelo.

-Mejor que sea un pizza azul…-Murmuró Percy sonriente.


Leo puso los ojos en blanco y siguió caminando.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Capítulo 6

Se despertaron en el suelo de la cocina de la cabaña de Hades cogidos de la mano.
Percy les estaba mirando, sentado en un sofá.

-Si que habéis tardado… ¿Qué tal habéis dormido tortolitos?-Preguntó Percy con ironía.

Hazel no entendía lo que estaba pasando hasta que se dio cuenta de que seguía cogida de la mano de Leo, acto seguido la apartó. Leo miró a Percy ofendido y se puso en pie, en cambio Hazel se sentó en el suelo apoyándose a la encimera.
Percy se preocupó cuando vio que ninguno de ellos tenía ánimos de responder.

-Oye chicos… ¿Qué pasa?-Preguntó Percy tímidamente.

-Nico ha desaparecido.-Dijo Leo mirando al suelo.

-Y yo he visto a Julia con Nico de pequeños en mi bloqueo. –Añadió Hazel.

-¿Nico ha desaparecido?- Chilló Percy. -¿¡Cómo es posible!?
A Leo le resbaló una lágrima por la mejilla mientras decía:

-Me dijo que se estaba muriendo…

Hazel se tapaba la cara con las manos e intentaba aguantarse las ganas de llorar.
Al ver todo esto, Percy no pudo aguantar, se desplomó en el sofá y se puso a pensar todos los buenos momentos junto a Nico.

Nunca se habían derramado tantas lágrimas en una cabaña de Hades.

-Chicos, mantened la calma. Me dijo que se moría, pero no cuándo se moría. –Dijo Leo positivamente.

-¡Ha desaparecido!-Chilló Hazel desde la cocina.

-Eso no es técnicamente cierto, -Percy saltó del sofá dirigiéndose a Hazel- ¿no has pensado en la posibilidad de que quizás haya querido estar un tiempo solo y hacer un pequeño viaje por las sombras?

-Pues…-Tartamudeó Hazel.- No lo había pensado. Percy… Sé lo que intentas hacer, si quieres animarme tienes que ayudarme a encontrar una forma de saber dónde está Nico.

-Dejémoslo estar unos días. Quizás la propuesta de Percy no es tan ilógica al fin y al cabo.-Añadió Leo.

-Cada día que pasa, Nico puede estar sufriendo más y más hasta llegar una fría, lenta y dolorosa muerte. ¿Es eso lo que queréis? –Hazel levantó la mirada desafiante.

-Hazel… Nosotros no queríamos…-Percy bajó la mirada.
Mientras Percy se sentaba avergonzado se escucharon unos golpes fuertes provenientes de la puerta. Todos los presentes se quedaron mudos. ¿Sería Nico?

-¿Chicos, soy Frank, Alguien me abre? No me hagáis convertirme en hormiga… que luego me deja unos picores en la espalda que…-Dijo Frank con calma.
Hazel se levantó de su cómodo sitio en la encimera para dejar paso a Frank en la sala. Frank se llevó una sorpresa al ver a sus amigos reunidos.

-¿Cómo es que hay una fiesta y nadie me ha avisado?- Preguntó Frank frunciendo el ceño.


-Frank…-Percy miró a Frank con los ojos vidriosos- Nico ha desaparecido.

jueves, 9 de octubre de 2014

Capítulo 5

5
Leo salió corriendo de la habitación corriendo, con intención de encontrar a Hazel.

-Hazel, Hazel!-Gritó Leo con lágrimas en los ojos.

-Leo, ¿Qué te pasa, donde está Nico?-Preguntó Hazel preocupada mientras lavaba su plato de desayuno.

-Él, él… me ha dicho que se muere y no está, estábamos hablando ¡y ya no está! Cómo, puede ser, no… no es posible. ¡Hazel di algo!-Contó Leo nervioso.

Hazel se había quedado parada, en shock. Leo sabía lo que estaba a punto de pasar, y unos segundos antes de que Hazel se desplomara, Leo consiguió cogerla al vuelo.

 Ambos se hallaban tumbados en una especie de campos.

-Estamos en una llanura de flores Asfódelas.- Hazel miró a Leo.

-¿Asfódelas? Me suena ese nombre…-Dijo Leo poniéndose en pie.

-Quizás porque estamos en los Campos de Asphodel. Bienvenido al inframundo, hogar, dulce hogar.- Hazel inspiró el aire cerrando los ojos.

-¿Cómo es que estamos aquí?-Leo se puso de cuclillas a examinar una flor Asfódela.

-No lo sé, hacía mucho que no me pasaba. Creía que podría controlarme…lo siento.-Dijo Hazel tapándose la cara.

-Eh, eh, Hazel, no pasa nada. Todos tenemos un punto débil, -Leo se sentó a su lado- no tienes que ponerte así por esta tontería.

-No es una tontería -Hazel se sorbió la nariz.- ninguno de vosotros tiene un punto débil, y si lo tenéis, sabéis afrontarlo. La única cosa que tengo que hacer es controlarme para que no me den estos dichosos bloqueos y no he podido…

-Yo tengo debilidades, y todos los demás también. Hazel, ¿Qué tonterías estás diciendo?-Dijo Leo frunciendo el ceño.

-¿Qué debilidades tienes tú Leo?-Preguntó Hazel secándose las mejillas.

-Las chicas…-Dijo Leo susurrando, hubo un silencio incómodo y de pronto Leo dijo- Bueno, a levantarse, tenemos que descubrir por qué estamos aquí. –Leo le tendió la mano a Hazel para ayudarla.
Ambos echaron a andar por entre las flores, no se oía nada más que el silencio y la respiración agitada de Hazel.

-¿Por qué está vacío?-Preguntó Leo.

-Tendremos que averiguarlo…-Dijo Hazel misteriosa.
Al cabo de un par de minutos andando en silencio escucharon unas carcajadas de niña que venían de un árbol.

-Vamos Nico, puedes subir, es muy fácil.-Dijo la niña del árbol.

Nico se hallaba debajo del árbol, tendría unos 4 años.
Sus manos estaban negras y pegajosas por la resina del árbol, su ropa estaba sucia y descuartizada, como si alguien se la hubiese dado a un perro como juguete. Su cara transmitía diversión, no tenía las mismas ojeras que en la actualidad. Estaba mucho más moreno y su pelo, más claro. Tenía varias heridas en las rodillas, pero aún así intentaba escalar el árbol.
De pronto, una mano salió del árbol y agarró la de Nico, que consiguió apoyar los pies en el tronco y escalar hasta la cima.

-Lo podrías haber hecho sin ayuda.-Se quejó la niña del árbol.

-No habría podido, soy más bajito que tú, y más pequeño.-Contestó Nico.

-Nico, no te permito decir eso. Claro que habrías podido. Lo que pasa es que piensas que no, es psicológico.-Contestó la niña enfadada.

-No sé lo que se ignifica psicológico y me da igual no saberlo. ¿Y ahora como nos bajamos? Está muy alto.-Musitó Nico sin ganas.

-Saltando, así…-La niña saltó del árbol con agilidad.


Al reconozer a la niña Leo y Hazel se miraron, no dijeron ni una palabra, pero en sus ojos se reflejaban las dudas.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Capítulo 4

4
La luz matinal que entraba por la ventana despertó a Leo, que no quiso abrir los ojos ya que estaba demasiado cansado. A pesar de ello, los abrió ya que tenía la extraña sensación de que alguien le observaba, y como se imaginaba, era cierto.

-Nico, ¿qué te pasa?-Preguntó Leo un poco incómodo.

-Ella es, es… rara. -Dijo Nico confundido.

-¿Quién, Julia?-Leo miró a los ojos de Nico, que estaba mirando al vacío.

Nico asintió.
En ese momento algo centelleó en los ojos de Nico. Leo intentaba adivinar que estaría pensando Nico, pero Nico nunca había sido muy expresivo. 
Nico escudriñó detalladamente el vacío, donde estaría Julia, y una lágrima resbaló por su pálida mejilla.

-¿Nico, estás bien?- Preguntó Leo preocupado.

-Yo, sí.-Musitó Nico rápidamente.

Nico se frotó la cara con la manga de su jersey negro con calaveras, se levantó del sofá y se fue caminando por el pasillo hasta su habitación. 
Leo se levantó al instante, dobló cuidadosamente la manta que Hazel le había prestado el día anterior y se dirigió hacia la habitación de Nico, la cual nunca había visto.

Leo abrió la puerta cuidadosamente y al ver a Nico sentado en el suelo, mirando a la ventana y llorando se acercó lentamente y le puso la mano sobre el hombro, nunca le había visto llorar y no sabía exactamente qué hacer.

-Nico, sabes que desde que te conozco hemos sido muy buenos amigos. Puedes contármelo. ¿Vale?-Dijo Leo con ternura.

-Yo… esque, no puedo.-Dijo Nico con un nudo en la garganta.

-¿Es sobre Julia verdad?-Preguntó Leo mirando hacia la puerta.

Nico se encogió de hombros y miró a Leo. Leo notó que tenía un nudo en la garganta muy grande, y que dentro de poco lo soltaría. Así que le miró a los ojos y le abrazó.
 No sabía por qué lloraba, pero lo que sí sabía es que necesitaba un amigo con el que pudiese contar y ese era Leo.

-No sé si me entiendes Leo, pero esque… esa chica, Julia me recuerda mucho a mi hermana Bianca, sé que no es ella. Pero he pensado, y no pienses que estoy loco, que a lo mejor tienen algo en común. A lo mejor, esa chica me quiere decir algo, sobre mi hermana, porque ayer... déjalo.-Explicó Nico apartando la mirada.

-Oye, Leo. ¿Puedo contarte algo, que no es sobre este tema?-Preguntó Nico con los ojos y la nariz rojos de tanto llorar.

-Claro que sí.-Dijo Leo, con un poco de miedo al preguntarse qué le diría Nico.

-Me estoy muriendo.-Susurró Nico.


Y en ese instante, sencillamente, Nico desapareció.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Capítulo 3

(Para ver capítulo 1 o 2 deslizar hacia abajo)

3
Ya era de noche y Jason y Piper miraban las estrellas como cada noche. Leo subió disimuladamente al tejado de la cabaña de 
Jason.

-Psssssst. ¿Se puede? –Dijo Leo.

-¿Qué es esto, quien os ha invitado? –Susurró Piper un poco 
enfadada.

-¿Cómo que OS? –Pregunto Leo arqueando las cejas.

Jason señaló a 2 personas a su lado que estaban dando la espalda, y mientras vocalizaba: ¡Nico y Percy!
Leo asintió y respondió vocalizando: ¡Ahhhhh, vale!

-No tenías que vocalizar eso, es una tontería…-Admitió Jason.

-Es verdad… pero mola vocalizar.-Dijo Leo

-¿Y qué querías Leo?- Preguntó Piper con la cabeza apoyada en sus manos.

-Ah, sí. –Leo explicó lo que le había dicho Rachel.

-Pues no me suena nada de lo que dices, si eso pregunta a Hazel, si es un fantasma ella puede saberlo.- Respondió Jason.

-Por cierto, ¿te puedes llevar a estos dos?- Preguntó Piper utilizando un poco de su embrujahabla.

-Sí. Claro. Nico, Percy vamos. Ah, gracias Jason.

Percy, Nico y Leo bajaron las escaleras y saltaron la valla del tejado, primero se dirigieron a la cabaña de Percy y cuando estaban casi en la puerta Leo dijo:

-Percy, yo de ti me escondería. Por cierto, no sabía que Annabeth no sabía lo de… -

-Está bien Leo, tranquilo, algún día se lo tenía que decir, además es una tontería.- Respondió Percy.

-¿Se puede saber de qué habláis?- Preguntó Nico interesado.

-Nada una cosa de –

-Chicas. -Percy interrumpió a Leo y le guiñó el ojo.

-Sí… chicas. –Añadió Leo.

-Pues vale. Buenas noches Percy ¿quieres que te acompañe a la puerta?- Ofreció Nico.

-No, no. Gracias. Estoy bien. –Percy llegó a la puerta y gritó buenas noches.

Nico y Leo siguieron caminando en absoluto silencio dirigiéndose a la cabaña de Nico que estaba bastante lejos.

-Bueno… ¿y qué tal lo llevas?-Preguntó Leo.

-¿Qué tal llevo el qué?-Dijo Nico.

-Lo de Percy. –Leo bajó la voz y Nico se encogió de hombros. Estaba claro que no quería hablar.

Cuando llegaron a la cabaña Hazel esperaba en la puerta y mientras Nico entraba Leo aprovechó para preguntarle a ella. Antes de decir nada Hazel preguntó:
-¿Y esa chica?

-¿Tu… tú la ves?- Pregunto Leo.

-Sí. ¿Tú no?- Preguntó Hazel asombrada.

-Pues… no. Solo tú y Rachel.

-Y Nico-Añadió Hazel.

-Ah… ¡por eso no quería hablar de lo de Percy! –Admitió Leo.

-¿Qué de Percy?- Preguntó Hazel curiosa.

Leo reaccionó. Se suponía que nadie más lo sabía aparte de Percy y él.

-Nada… no es importante. Oye, ¿hablamos otro día de esto vale?- Dijo Leo nervioso.

-¿No te da miedo dormir si esta chica está rondando por tu casa como un fantasma?

-No lo había pensado… y pensándolo mejor… ¿puedo quedarme aquí?-Preguntó Leo con atemorizado.

-Sí, tranquilo, claro. Te enseñaré la habitación de Nico donde dormirás, nunca la has visto, ¿no? y –

-Puedo dormir en el sofá, es más, me encantan los sofás.-Dijo Leo inmediatamente.


-Como quieras… ya sabes donde esta todo. Buenas noches. –Hazel le dio a Leo un beso de buenas noches y se fue, luego se quedó mirando al vacío – donde se suponía que estaba Julia – y finalmente se fue.

Capítulo 2

(Para leer capítulo una BAJAR HACIA ABAJO)

 2
Los siete habían decidido quedarse un tiempo en el campamento mestizo. Percy sabía que podía vencerla pero ella tenía demasiadas técnicas y aunque parezca imposible, ¡sabía utilizar espada con ambas manos!

Annabeth corría de un lado a otro de la sala. Él estaba asustado, y ella lo sabía.

-Como en los viejos tiempos, ¿no? –Dijo Percy.
Antiguamente practicaban casi cada día con la espada en esta sala, y cómo no Annabeth ganaba siempre.

-Sí, pero ahora te considero un poco… mejor en la lucha diríamos. ¿Con un 1% de probabilidades de ganar? –Se burló Annabeth.

-Ya… Un 1% sobre 1%. Te entiendo, qué generosa.

-Ya lo sé, es que eres tan listo… te admiro.-Dijo Annabeth con ironía.

Percy y Annabeth empezaron a chocar sus espadas. Percy sabía que él iba a ganar. Lo veía clarísimo. Conocía tan bien a Annabeth que sabía en cada momento lo que iba a hacer. Veía la victoria. En el momento en que Percy iba a hacer el movimiento final… entró Leo.

-Eh. ¿Qué le pasa a Rachel? –Preguntó mirando a Percy.

Percy movió la cabeza para mirar a Leo cuando notó un ligero 
dolor en el pecho, y cuando miró en esa dirección vió la espada de Annabeth rozándolo.

-¡Ehhh, era tiempo muerto, no vale, ha entrado Leo! –Exclamó Percy.

-En las batallas no hay tiempo muerto. Si estas enfrentándote a un Minotauro y viene Leo y te dice cualquier tontería, - Ehhh-murmuró Leo – ¿te giras para ver lo que quiere?

-¡Es distinto, esto es amistoso! –Dijo Percy arqueando las cejas.

-¿Amistoso? Eso es lo contrario que expresaba tu cara hace 1 minuto. –Se burló Annabeth.

-¿Puedes dejar de criticarme?

-¡No te critico!

-¿Te has oído hablar alguna vez?

Percy y Annabeth estaban frente con frente, en cualquier momento alguien se haría daño.

-¡Eh! ¿Podéis parar ya? No sé lo que os pasa a vosotros dos. Un día súper cariñosos y ahora qué, ¿os queréis matar unos a otros? –
Gritó Leo caminando hacia ellos.
El silencio abundaba en ese momento.

-Perdón- dijo Percy mirando al suelo.

-Te va a costar más que una disculpa.- dijo Annabeth firmemente.

-¿Perdona? Has empezado tú.

-¿Yo?- Dijo Annabeth cogiendo su espada del suelo.

-Con lo del tiempo muerto, no te hagas la dura, ¡te iba a ganar!-Admitió Percy.

-¡QUE OS CALLÉIS YA!- Chilló Leo. En ese instante, llamas salieron de sus manos. Si no fuera por Percy y su muralla de agua, Annabeth ya no viviría.- Esto es lo que llamo yo a la Furia Leo… y no os gustaría una segunda demostración.

Cuando Leo miró a Annabeth, le estaba dando la mano a Percy por el susto de Leo.

-¿Veis? Así estáis más monos…-Aseguró Leo.

-Percy… ya sabes que a veces me pongo nerviosa y … -Dijo Annabeth avergonzada.

-Disculpa aceptada. -Preguntó Percy

-¿ALGUIEN SABE LO QUE LE PASA A RACHEL? –Preguntó Leo finalmente.

-No.-Dijo Annabeth

-Ni idea. ¿Por? –Añadió Percy.

-Me ha dicho que siempre ve a una chica detrás de mí…-Admitió Leo.

-Qué raro… ¿una chica detrás de ti?-Se burló Annabeth

-Por eso te mira tan raro… estaba empezando a pensar que le gustabas.-Susurró Percy.

Leo pensó en Rachel… pero cuando pensaba en ella veía al antiguo oráculo, una momia medio muerta con aliento que huele a cebolla.

-Ah, tío que asco… y pensar que la has besado.-Leo cerró los ojos.

-Eh, shhh, ejem… - Percy empezó a toser disimulando.

-¿Qué has hecho qué, cuándo? –Dijo Annabeth, que se empezaba a poner roja de furia.

-¿Yo? Nada. Leo mentía. De veras que…  –Percy echó a correr fuera de la sala y acto seguido Annabeth.


-Pues… ¡suerte… y corre!- Gritó Leo.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Capítulo 1

1

Después de la guerra contra Gaea, el oráculo Rachel se había vuelto más loca de lo habitual, y había empezado a sacudir a Leo y a gritarle cosas que nadie podía entender. Después de hablar de este tema con Quirón, que no supo qué hacer, Leo se preocupó mucho, no quería esperar.

Pero cada vez que Rachel se cruzaba con Leo, le miraba con los ojos muy abiertos, como si hubiese visto algo casi imposible. Leo no lo aguantaba más. Se dirigió a Rachel, no la conocía de mucho pero sabía que hace unos años Percy la había encontrado en una presa a la que había ido con Annabeth para una misión y había descubierto que podía ver a través de la niebla. Y lo mejor de todo, había decidido ser el oráculo del campamento mestizo.

-Oye, tú, Rachel. ¿Qué te pasa con mi cara?- Preguntó Leo.

-Ah… yo… no sé si te lo puedo decir, bueno en realidad podría darte alguna pista, pero no sería justo. Encima no me acuerdo de casi nada, solo lo general ya sabes, porque no soy del todo oráculo.-Dijo Rachel misteriosa.

-¿Qué es, una profecía, una guerra más, voy a morir?-Chilló Leo sacudiendo los hombros de Rachel que se sintió incómoda ya que apenas le conocía.
-Pues... todo depende.-Rachel respondió dándole la espalda.

-¿Cómo que depende? Eh, no te vayas. ¡¡¡Tenemos que hablar!!! – Leo la siguió mientras ella se dirigía a su cabaña, nunca había entrado porque le daba un poco de miedo y tampoco tenía razones, pero ahora sí…

La cabaña era muy pequeña comparado con la cabaña de Hefesto, parecía una tienda de campaña familiar, pero estaba hecha con maderas y telas. La puerta era un arco de el que caían distintos trozos de cadena metálica de colores. Las apartó con la mano y entró.

Lo primero que vio fue un estante con diferentes maquetas de todo tipo de misiones que habían hecho durante los últimos años en el campamento mestizo, de los titanes, gigantes, había hasta una de Hércules. Decidió no tocar nada y seguir explorando. No había mucha luz, pero al poco tiempo los ojos de Leo se acabaron acostumbrando a la tenue luz. Sentada en un sillón mirando por la ventana, estaba Rachel. Con los ojos cerrados cantaba una canción.

-¿Rachel…? –Preguntó Leo.

-Julia. –Dijo Rachel instantáneamente.

-Ah, no. Soy Leo.

-Con Julia, claro. –Añadió Rachel.

-¿De qué hablas? Aquí no hay nadie. Abre los ojos y míralo tú misma.

-Lo estoy viendo. Te está dando la mano. ¿Cuántos años tiene? Parece joven. –Susurró Rachel, todavía con los ojos cerrados.
Leo se miró las manos, y como se imaginaba, no había nada.

- ¿Rachel, qué te pasa? Estoy solo, te lo prometo. Abre los ojos y –

-Se me da mejor mirar con los ojos cerrados. La verdad puedo ver todo con más claridad. ¿Julia querida, quién eres? –Rachel apretó los ojos, como esperando una respuesta.-No, no te vayas por favor, solo quiero hablar.

-Rachel. Para ya. Me estás asustando. Por favor abre los ojos. –Dijo Leo intentando parecer calmado.
Rachel abrió los ojos y miró a Leo con los ojos entornados.

-Esto… ¿Leo? Sí, perdón que no nos hayan presentado antes, ¿O sí lo han hecho? Mira no lo sé. No sé lo que haces aquí, ¿Cómo has entrado, y lo importante, qué quieres? Porque si quieres que te hable de profecías ya sabes que me salen solas, no recuerdo ni la mitad de lo que digo en estado inconsciente pero es que noto algo en ti sabes… después de lo de Calipso, que por cierto, lo siento mucho –eráis adorables-  he estado viendo a una chica nueva siempre a tu lado. No sabía si era tu prima o tu hermana, luego descarté esas opciones porque tiene el pelo marrón y tú negro. Vale que lo tiene rizado pero a ver, ya me entiendes no es lo mismo. Jajaja… -Rachel respiró profundamente y esperó a que Leo dijera algo.

-¿No dirás Hazel? Oye, y ¿Qué te pasa en lo de hablar tanto? Me caes mejor en estado inconsiente… -Dijo Leo en voz baja.

-¡Ja! Que va, conozco a Hazel. Pero esta chica está siempre a tu lado. Tendrá como 14 años, rasgos europeos ya sabes típica chica española, o italiana. Pero miro en sus ojos y siempre mira al vacío. Le hablo y no me escucha. Está allí pero creo que en realidad no lo está del todo. –Dijo Rachel preocupada.

-Pues no me suena… ¿y siempre la ves, ahora también? –Preguntó Leo.

-¡No!, se ha ido hace unos minutos, se ha… desvanecido, o eso me ha parecido.- Respondió Rachel.

-Así que Julia… ¿y es guapa dices?-Dijo Leo pensativo.

-Se llama Julia… ¿Cómo lo sabes? Sabía que la conocías. 

-Qué va, Me lo has dicho tú, en estado inconsciente. Sabes… me das un poco de miedo cuando estas así, ya sabes, con los ojos cerrados y hablando raro. Pareces… no sé. ¿Poseída diría yo? –Dijo Leo avergonzado.

-Es que en realidad… Estoy poseída en ese momento por el oráculo. Lo siento si te doy miedo, pero el oráculo no puede caminar ni moverse, no te puedo hacer daño. Si te cuento un secreto a veces hablo con el oráculo, ¿Sabes? Es muy maja, sabe un montón de chistes… y –


-Vale, sí muy bien. Gracias por tu ayuda. Me tengo que ir. Tengo que enseñar una cosa a… mi cabaña de… hefesto, si claro. Y también… estoy un poco liado, ya sabes, con el Argo II y todo. Bueno encantado de conocerte. Adiós- Dijo Leo en el mismo instante por el que apartaba con la mano las cadenas.