(Para leer capítulo una BAJAR HACIA ABAJO)
2
Los siete habían decidido quedarse un tiempo en el campamento
mestizo. Percy sabía que podía vencerla pero ella tenía demasiadas técnicas y
aunque parezca imposible, ¡sabía utilizar espada con ambas manos!
Annabeth corría de un lado a otro de la sala. Él estaba asustado,
y ella lo sabía.
-Como en los viejos tiempos, ¿no? –Dijo Percy.
Antiguamente practicaban casi cada día con la espada en esta sala,
y cómo no Annabeth ganaba siempre.
-Sí, pero ahora te considero un poco… mejor en la lucha diríamos.
¿Con un 1% de probabilidades de ganar? –Se burló Annabeth.
-Ya… Un 1% sobre 1%. Te entiendo, qué generosa.
-Ya lo sé, es que eres tan listo… te admiro.-Dijo Annabeth con
ironía.
Percy y Annabeth empezaron a chocar sus espadas. Percy sabía que él
iba a ganar. Lo veía clarísimo. Conocía tan bien a Annabeth que sabía en cada
momento lo que iba a hacer. Veía la victoria. En el momento en que Percy iba a
hacer el movimiento final… entró Leo.
-Eh. ¿Qué le pasa a Rachel? –Preguntó mirando a Percy.
Percy movió la cabeza para mirar a Leo cuando notó un ligero
dolor
en el pecho, y cuando miró en esa dirección vió la espada de Annabeth
rozándolo.
-¡Ehhh, era tiempo muerto, no vale, ha entrado Leo! –Exclamó
Percy.
-En las batallas no hay tiempo muerto. Si estas enfrentándote a un
Minotauro y viene Leo y te dice cualquier tontería, - Ehhh-murmuró Leo – ¿te
giras para ver lo que quiere?
-¡Es distinto, esto es amistoso! –Dijo Percy arqueando las cejas.
-¿Amistoso? Eso es lo contrario que expresaba tu cara hace 1
minuto. –Se burló Annabeth.
-¿Puedes dejar de criticarme?
-¡No te critico!
-¿Te has oído hablar alguna vez?
Percy y Annabeth estaban frente con frente, en cualquier momento
alguien se haría daño.
-¡Eh! ¿Podéis parar ya? No sé lo que os pasa a vosotros dos. Un
día súper cariñosos y ahora qué, ¿os queréis matar unos a otros? –
Gritó Leo
caminando hacia ellos.
El silencio abundaba en ese momento.
-Perdón- dijo Percy mirando al suelo.
-Te va a costar más que una disculpa.- dijo Annabeth firmemente.
-¿Perdona? Has empezado tú.
-¿Yo?- Dijo Annabeth cogiendo su espada del suelo.
-Con lo del tiempo muerto, no te hagas la dura, ¡te iba a
ganar!-Admitió Percy.
-¡QUE OS CALLÉIS YA!- Chilló Leo. En ese instante, llamas salieron
de sus manos. Si no fuera por Percy y su muralla de agua, Annabeth ya no
viviría.- Esto es lo que llamo yo a la Furia Leo… y no os gustaría una segunda
demostración.
Cuando Leo miró a Annabeth, le estaba dando la mano a Percy por el
susto de Leo.
-¿Veis? Así estáis más monos…-Aseguró Leo.
-Percy… ya sabes que a veces me pongo nerviosa y … -Dijo Annabeth
avergonzada.
-Disculpa aceptada. -Preguntó Percy
-¿ALGUIEN SABE LO QUE LE
PASA A RACHEL? –Preguntó Leo finalmente.
-No.-Dijo Annabeth
-Ni idea. ¿Por? –Añadió Percy.
-Me ha dicho que siempre ve a una chica detrás de mí…-Admitió Leo.
-Qué raro… ¿una chica detrás de ti?-Se burló Annabeth
-Por eso te mira tan raro… estaba empezando a pensar que le
gustabas.-Susurró Percy.
Leo pensó en Rachel… pero cuando pensaba en ella veía al antiguo
oráculo, una momia medio muerta con aliento que huele a cebolla.
-Ah, tío que asco… y pensar que la has besado.-Leo cerró los ojos.
-Eh, shhh, ejem… - Percy empezó a toser disimulando.
-¿Qué has hecho qué, cuándo? –Dijo Annabeth, que se empezaba a
poner roja de furia.
-¿Yo? Nada. Leo mentía. De veras que… –Percy echó a correr fuera de la sala y acto
seguido Annabeth.
-Pues… ¡suerte… y corre!- Gritó Leo.
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