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martes, 5 de mayo de 2015

Capítulo 9

9 ANNABETH

Annabeth salió de la Cabaña de Hades decepcionada. Alguien tenía que enseñar a su novio a comer correctamente. Por lo menos habían pasado un buen rato, olvidándose de los problemas, como la desaparición de Nico. Pobre chico… todo lo que había pasado… ¡y ahora esto!

Annabeth escuchó un ruido a sus espaldas. Se giró lo más rápido posible a la vez que desenvainaba su espada lista para luchar contra cualquier amenaza que se le presentase. Pero lo que vio la hizo enmudecer. Se quedó quieta, observando, como poco a poco una figura de un niño adolescente se intentaba desvanecer en el aire sin ser vista.

-¿Quién eres? –Preguntó Annabeth a la vez que se acercaba.

No hubo respuesta.

-¿Qué quieres, quién eres? ¡No te vayas, espera! –Annabeth corrió hacía la figura y la agarró fuertemente a la vez que ambos desaparecían.

Al cabo de unos segundos, una fuerte luz le cegaba los ojos. Pero solo duró un segundo ya que unas manos seguidas de una tela negra le taparon los ojos. Annabeth estaba demasiado desorientada como para defenderse. Se empezó a sentir cada vez más y más débil hasta que no pudo ni sostener sus propios párpados.

Pasaron segundos, minutos, horas… Annabeth no lo sabía con certeza, lo que sí sabía era que la habían secuestrado. Unas manos frías desenvolvieron la tela. Annabeth aún no podía abrir los ojos del cansancio. Una voz le dijo:

-Respira, espera, levántate sin prisa.

Esas amables palabras sorprendieron a Annabeth. ¿Qué tipo de secuestrador diría eso? 

Annabeth entreabrió los ojos y vio una mano invitándola a ayudarla. Ella la aceptó y consiguió a duras penas ponerse en pie. Todavía con los ojos cerrados se desplomó en los brazos de aquel ser secuestrador. Su cuerpo se estremeció de lo helado que estaba aquel ser.

Annabeth decidió hacer caso al secuestrador. Inspiró, espiró, esperó y aún en los brazos del chico, colocó sus manos en los hombros delgados de él y con todas sus fuerzas consiguió ponerse en pie.

Lentamente abrió los ojos, pero no vio nada más que la amplia orilla del campamento mestizo, y de pronto se sintió más fuerte. (OJO AL CANTO, MINI-MOMENTO PERCABETH)

-¡Hey Annabeth! ¿Qué haces aquí?- Preguntó Percy sorprendido desde el agua.-   ¿Cuándo has llegado?

-Yo… -Annabeth decidió pensar sobre lo que acababa de pasar y explicarlo luego en la reunión de la noche.- Solo pasaba por aquí.

-¡Pues, llegas en el mejor momento! El agua está buenísima… -Percy arqueó las cejas.

-¡Estás loco! Si ya casi es invierno… Me voy a congelar. – Annabeth se cruzó de brazos.

Percy cerró los ojos y se concentró en el agua frunciendo el ceño. De pronto, vapor comenzó a salir del agua.

-¿Prefieres el agua así, caliente? -Percy sonrió desafiante.

-Cabezota. Que no me voy a bañar ahora, tengo cosas que hacer… -Annabeth se acercó a la orilla.

Percy se dirigió a la orilla también.

-¿Te bañarás esta noche entonces? –Preguntó Percy pícaro.

-Tú mismo lo has dicho.

-Promételo por la laguna Estigia. –Percy la miró muy serio.

-Lo prometo por la laguna Estigia… -Dijo Annabeth soltando una carcajada.


viernes, 9 de enero de 2015

Capítulo 8

(Para leer capítulos 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1 deslizar hacia abajo)

8 PERCY
En ese momento Percy no podía pensar en nada más que en el enorme plato lleno de trozos de pizza azules que había delante de él. Empezó a engullir todos los trozos con la mirada fija en su comida favorita.

-Mirad como come…-Piper se tuvo que sujetar la barriga de tanto reír.

Annabeth le dio un codazo a Percy, que acto seguido la miró confundido con la boca llena de pizza azul. Annabeth levantó las cejas sonriendo y señaló al resto del grupo.

-¿Qué es lo que os pasa, gente? Esta pizza está de muerte… ¡Quién diría que tendrían pizza azul! A partir de ahora siempre pediremos la pizza del mismo sitio. ¿Quién está conmigo? –Preguntó Percy animado.

-A mí me parece bien, también tenían pizza con queso sin lactosa, y estaba riquísima ¡te lo digo yo! – Añadió Frank sonriente.

Percy se comió su último trozo de un bocado sin darse cuenta de que parecía una ardilla con los mofletes hinchados. Todos sus amigos se empezaron a reír.

-Posh no she lo que osh pasha xicosh, ¿esh algo de lo que sho debería reírme?    -Dijo Percy con la boca llena sin poder pronunciar bien las palabras.

Annabeth hizo una mueca de desagrado al ver a Percy hablando con la boca llena. Leo y Piper no se podían contener la risa e intentaban disimular que se habían atragantado. Frank y Hazel sonreían disimuladamente. Estuvieron unos segundos así hasta que Jason dijo:

-Se ríen de ti.

Percy frunció el ceño enfadado e intentó masticar lo más rápido posible. Cuando acabó de 
tragar, se levantó de la silla y salió de la habitación en silencio.

Todos se quedaron quietos en sus sillas. Annabeth fue la primera en moverse, recogió su plato y se fue, Jason la siguió. Piper no se pudo contener y en medio del silencio soltó una de las carcajadas más ruidosas de la historia a la vez que Leo escupía toda su Coca Cola Diet en la cara de Hazel y ésta le miraba con odio, lo cual hacía que Frank se empezase a reír también.

Nunca se había escuchado tantas risas en una Cabaña de Hades. Parecía que nadie tuviese problemas ni preocupaciones.

 Cuando todos estuvieron más calmados Hazel recogió su plato y se dirigió a la cocina. Los demás hicieron lo mismo en completo silencio y se fueron a sus cabañas.


Lo que nadie sabía era que Nico vigilaba desde detrás de una columna.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Capítulo 7

(Para leer capítulos 1, 2, 3, 4, 5, y 6 deslizar hacia abajo)

Leo no se pudo contener, salió por la puerta tapándose la cara mientras apartaba a Frank.

Buscó un sitio apartado donde poder pensar. Nico había sido su amigo, a pesar de las discusiones, las bromas, los comentarios sarcásticos  no podía sentir más pena por él.

Nico no podría haberlo pasado peor durante su vida; Percy le prometió que su hermana viviría y no fue así. Sufrió varios deslices y engaños de espíritus durante su vida. Fue utilizado por muchas personas pero él solo tenía intención de ayudar. Le daba igual si acababa muerto, él quería salvar vidas a pesar de que era hijo del Dios de la muerte.

Leo nunca había conocido a una persona tan servicial y voluntariosa pero tan callada y atemorizante a la vez. Quizá Nico no quería que se notase que era una persona amable. Quizá quería aparentar la imagen de un ser inocente con un pasado oscuro o puede que no fuera así, que todo lo que le había pasado anteriormente le había hecho crecer en fortaleza y valentía, pero seguía comportándose como si fuese invisible. Porque nunca quería ser el centro de atención. Quería hacer la vida más agradable a los demás. Pero mientras él hacía todo esto, Leo no se daba cuenta. Hasta ahora.

Nico era una persona imprescindible en su vida. Un amigo. Nico era mejor persona que él. Y se daba cuenta ahora. Todos los logros de la guerra contra Gaea eran gracias a él. Nico era una de esas personas que aunque les dejes solos en medio de un bosque perdido, buscarían una salida hasta encontrarla. No se daría por vencido. En cambio Leo sí. Quizá Nico se merecía más que él estar en el grupo de los siete semidioses de la profecía. No había nadie más merecedor de ése puesto que Nico.

¿No había… o no hay? ¿Sería verdad que seguía vivo? Las palabras dichas por el mismo Nico decían lo contrario. Leo no era un chico muy esperanzador, pero cuando se trataba de él todo era posible.

Todo le quería, y todo el mundo sabía lo que era capaz de hacer. Si mirabas bien en sus oscuros ojos, podías ver la chispa de su esperanza, la chispa de su felicidad. La felicidad que nadie que Leo hubiese conocido había visto o oído, esa felicidad oculta de Nico.

La felicidad de Nico murió junto a su hermana Bianca y alguien tenía que hacer algo para devolvérsela.

Un golpe en el hombro le devolvió a la realidad.

-Eh, tío. ¿Estás bien? Has salido corriendo y me he preocupado.- Dijo Percy poniéndole la mano en el hombro.

Leo levantó la cabeza y con los ojos llorosos miró a Percy.

-¿Tú crees que estoy bien? Mi mejor amigo ha desaparecido.-Dijo Leo con frialdad.

-Espera, espera, espera. ¿Desde cuándo sois mejores amigos? Me creía que YO era tu mejor amigo.-Murmuró Percy.

-A ver, es UNO de mis MUCHOS mejores amigos. También cuento con mis fans del Equipo Leo. –Leo soltó una caracaja.

-Me gusta ver que te recompones. Vayamos con los demás y comamos unas pizzas.-Añadió Percy disimuladamente.

-¿Pizza? ¿Ahora? No sé lo que te pasa a ti con la comida… Pero de todas formas, siempre apetece una. –dijo Leo levantándose del suelo.

-Mejor que sea un pizza azul…-Murmuró Percy sonriente.


Leo puso los ojos en blanco y siguió caminando.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Capítulo 6

Se despertaron en el suelo de la cocina de la cabaña de Hades cogidos de la mano.
Percy les estaba mirando, sentado en un sofá.

-Si que habéis tardado… ¿Qué tal habéis dormido tortolitos?-Preguntó Percy con ironía.

Hazel no entendía lo que estaba pasando hasta que se dio cuenta de que seguía cogida de la mano de Leo, acto seguido la apartó. Leo miró a Percy ofendido y se puso en pie, en cambio Hazel se sentó en el suelo apoyándose a la encimera.
Percy se preocupó cuando vio que ninguno de ellos tenía ánimos de responder.

-Oye chicos… ¿Qué pasa?-Preguntó Percy tímidamente.

-Nico ha desaparecido.-Dijo Leo mirando al suelo.

-Y yo he visto a Julia con Nico de pequeños en mi bloqueo. –Añadió Hazel.

-¿Nico ha desaparecido?- Chilló Percy. -¿¡Cómo es posible!?
A Leo le resbaló una lágrima por la mejilla mientras decía:

-Me dijo que se estaba muriendo…

Hazel se tapaba la cara con las manos e intentaba aguantarse las ganas de llorar.
Al ver todo esto, Percy no pudo aguantar, se desplomó en el sofá y se puso a pensar todos los buenos momentos junto a Nico.

Nunca se habían derramado tantas lágrimas en una cabaña de Hades.

-Chicos, mantened la calma. Me dijo que se moría, pero no cuándo se moría. –Dijo Leo positivamente.

-¡Ha desaparecido!-Chilló Hazel desde la cocina.

-Eso no es técnicamente cierto, -Percy saltó del sofá dirigiéndose a Hazel- ¿no has pensado en la posibilidad de que quizás haya querido estar un tiempo solo y hacer un pequeño viaje por las sombras?

-Pues…-Tartamudeó Hazel.- No lo había pensado. Percy… Sé lo que intentas hacer, si quieres animarme tienes que ayudarme a encontrar una forma de saber dónde está Nico.

-Dejémoslo estar unos días. Quizás la propuesta de Percy no es tan ilógica al fin y al cabo.-Añadió Leo.

-Cada día que pasa, Nico puede estar sufriendo más y más hasta llegar una fría, lenta y dolorosa muerte. ¿Es eso lo que queréis? –Hazel levantó la mirada desafiante.

-Hazel… Nosotros no queríamos…-Percy bajó la mirada.
Mientras Percy se sentaba avergonzado se escucharon unos golpes fuertes provenientes de la puerta. Todos los presentes se quedaron mudos. ¿Sería Nico?

-¿Chicos, soy Frank, Alguien me abre? No me hagáis convertirme en hormiga… que luego me deja unos picores en la espalda que…-Dijo Frank con calma.
Hazel se levantó de su cómodo sitio en la encimera para dejar paso a Frank en la sala. Frank se llevó una sorpresa al ver a sus amigos reunidos.

-¿Cómo es que hay una fiesta y nadie me ha avisado?- Preguntó Frank frunciendo el ceño.


-Frank…-Percy miró a Frank con los ojos vidriosos- Nico ha desaparecido.

jueves, 9 de octubre de 2014

Capítulo 5

5
Leo salió corriendo de la habitación corriendo, con intención de encontrar a Hazel.

-Hazel, Hazel!-Gritó Leo con lágrimas en los ojos.

-Leo, ¿Qué te pasa, donde está Nico?-Preguntó Hazel preocupada mientras lavaba su plato de desayuno.

-Él, él… me ha dicho que se muere y no está, estábamos hablando ¡y ya no está! Cómo, puede ser, no… no es posible. ¡Hazel di algo!-Contó Leo nervioso.

Hazel se había quedado parada, en shock. Leo sabía lo que estaba a punto de pasar, y unos segundos antes de que Hazel se desplomara, Leo consiguió cogerla al vuelo.

 Ambos se hallaban tumbados en una especie de campos.

-Estamos en una llanura de flores Asfódelas.- Hazel miró a Leo.

-¿Asfódelas? Me suena ese nombre…-Dijo Leo poniéndose en pie.

-Quizás porque estamos en los Campos de Asphodel. Bienvenido al inframundo, hogar, dulce hogar.- Hazel inspiró el aire cerrando los ojos.

-¿Cómo es que estamos aquí?-Leo se puso de cuclillas a examinar una flor Asfódela.

-No lo sé, hacía mucho que no me pasaba. Creía que podría controlarme…lo siento.-Dijo Hazel tapándose la cara.

-Eh, eh, Hazel, no pasa nada. Todos tenemos un punto débil, -Leo se sentó a su lado- no tienes que ponerte así por esta tontería.

-No es una tontería -Hazel se sorbió la nariz.- ninguno de vosotros tiene un punto débil, y si lo tenéis, sabéis afrontarlo. La única cosa que tengo que hacer es controlarme para que no me den estos dichosos bloqueos y no he podido…

-Yo tengo debilidades, y todos los demás también. Hazel, ¿Qué tonterías estás diciendo?-Dijo Leo frunciendo el ceño.

-¿Qué debilidades tienes tú Leo?-Preguntó Hazel secándose las mejillas.

-Las chicas…-Dijo Leo susurrando, hubo un silencio incómodo y de pronto Leo dijo- Bueno, a levantarse, tenemos que descubrir por qué estamos aquí. –Leo le tendió la mano a Hazel para ayudarla.
Ambos echaron a andar por entre las flores, no se oía nada más que el silencio y la respiración agitada de Hazel.

-¿Por qué está vacío?-Preguntó Leo.

-Tendremos que averiguarlo…-Dijo Hazel misteriosa.
Al cabo de un par de minutos andando en silencio escucharon unas carcajadas de niña que venían de un árbol.

-Vamos Nico, puedes subir, es muy fácil.-Dijo la niña del árbol.

Nico se hallaba debajo del árbol, tendría unos 4 años.
Sus manos estaban negras y pegajosas por la resina del árbol, su ropa estaba sucia y descuartizada, como si alguien se la hubiese dado a un perro como juguete. Su cara transmitía diversión, no tenía las mismas ojeras que en la actualidad. Estaba mucho más moreno y su pelo, más claro. Tenía varias heridas en las rodillas, pero aún así intentaba escalar el árbol.
De pronto, una mano salió del árbol y agarró la de Nico, que consiguió apoyar los pies en el tronco y escalar hasta la cima.

-Lo podrías haber hecho sin ayuda.-Se quejó la niña del árbol.

-No habría podido, soy más bajito que tú, y más pequeño.-Contestó Nico.

-Nico, no te permito decir eso. Claro que habrías podido. Lo que pasa es que piensas que no, es psicológico.-Contestó la niña enfadada.

-No sé lo que se ignifica psicológico y me da igual no saberlo. ¿Y ahora como nos bajamos? Está muy alto.-Musitó Nico sin ganas.

-Saltando, así…-La niña saltó del árbol con agilidad.


Al reconozer a la niña Leo y Hazel se miraron, no dijeron ni una palabra, pero en sus ojos se reflejaban las dudas.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Capítulo 4

4
La luz matinal que entraba por la ventana despertó a Leo, que no quiso abrir los ojos ya que estaba demasiado cansado. A pesar de ello, los abrió ya que tenía la extraña sensación de que alguien le observaba, y como se imaginaba, era cierto.

-Nico, ¿qué te pasa?-Preguntó Leo un poco incómodo.

-Ella es, es… rara. -Dijo Nico confundido.

-¿Quién, Julia?-Leo miró a los ojos de Nico, que estaba mirando al vacío.

Nico asintió.
En ese momento algo centelleó en los ojos de Nico. Leo intentaba adivinar que estaría pensando Nico, pero Nico nunca había sido muy expresivo. 
Nico escudriñó detalladamente el vacío, donde estaría Julia, y una lágrima resbaló por su pálida mejilla.

-¿Nico, estás bien?- Preguntó Leo preocupado.

-Yo, sí.-Musitó Nico rápidamente.

Nico se frotó la cara con la manga de su jersey negro con calaveras, se levantó del sofá y se fue caminando por el pasillo hasta su habitación. 
Leo se levantó al instante, dobló cuidadosamente la manta que Hazel le había prestado el día anterior y se dirigió hacia la habitación de Nico, la cual nunca había visto.

Leo abrió la puerta cuidadosamente y al ver a Nico sentado en el suelo, mirando a la ventana y llorando se acercó lentamente y le puso la mano sobre el hombro, nunca le había visto llorar y no sabía exactamente qué hacer.

-Nico, sabes que desde que te conozco hemos sido muy buenos amigos. Puedes contármelo. ¿Vale?-Dijo Leo con ternura.

-Yo… esque, no puedo.-Dijo Nico con un nudo en la garganta.

-¿Es sobre Julia verdad?-Preguntó Leo mirando hacia la puerta.

Nico se encogió de hombros y miró a Leo. Leo notó que tenía un nudo en la garganta muy grande, y que dentro de poco lo soltaría. Así que le miró a los ojos y le abrazó.
 No sabía por qué lloraba, pero lo que sí sabía es que necesitaba un amigo con el que pudiese contar y ese era Leo.

-No sé si me entiendes Leo, pero esque… esa chica, Julia me recuerda mucho a mi hermana Bianca, sé que no es ella. Pero he pensado, y no pienses que estoy loco, que a lo mejor tienen algo en común. A lo mejor, esa chica me quiere decir algo, sobre mi hermana, porque ayer... déjalo.-Explicó Nico apartando la mirada.

-Oye, Leo. ¿Puedo contarte algo, que no es sobre este tema?-Preguntó Nico con los ojos y la nariz rojos de tanto llorar.

-Claro que sí.-Dijo Leo, con un poco de miedo al preguntarse qué le diría Nico.

-Me estoy muriendo.-Susurró Nico.


Y en ese instante, sencillamente, Nico desapareció.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Capítulo 3

(Para ver capítulo 1 o 2 deslizar hacia abajo)

3
Ya era de noche y Jason y Piper miraban las estrellas como cada noche. Leo subió disimuladamente al tejado de la cabaña de 
Jason.

-Psssssst. ¿Se puede? –Dijo Leo.

-¿Qué es esto, quien os ha invitado? –Susurró Piper un poco 
enfadada.

-¿Cómo que OS? –Pregunto Leo arqueando las cejas.

Jason señaló a 2 personas a su lado que estaban dando la espalda, y mientras vocalizaba: ¡Nico y Percy!
Leo asintió y respondió vocalizando: ¡Ahhhhh, vale!

-No tenías que vocalizar eso, es una tontería…-Admitió Jason.

-Es verdad… pero mola vocalizar.-Dijo Leo

-¿Y qué querías Leo?- Preguntó Piper con la cabeza apoyada en sus manos.

-Ah, sí. –Leo explicó lo que le había dicho Rachel.

-Pues no me suena nada de lo que dices, si eso pregunta a Hazel, si es un fantasma ella puede saberlo.- Respondió Jason.

-Por cierto, ¿te puedes llevar a estos dos?- Preguntó Piper utilizando un poco de su embrujahabla.

-Sí. Claro. Nico, Percy vamos. Ah, gracias Jason.

Percy, Nico y Leo bajaron las escaleras y saltaron la valla del tejado, primero se dirigieron a la cabaña de Percy y cuando estaban casi en la puerta Leo dijo:

-Percy, yo de ti me escondería. Por cierto, no sabía que Annabeth no sabía lo de… -

-Está bien Leo, tranquilo, algún día se lo tenía que decir, además es una tontería.- Respondió Percy.

-¿Se puede saber de qué habláis?- Preguntó Nico interesado.

-Nada una cosa de –

-Chicas. -Percy interrumpió a Leo y le guiñó el ojo.

-Sí… chicas. –Añadió Leo.

-Pues vale. Buenas noches Percy ¿quieres que te acompañe a la puerta?- Ofreció Nico.

-No, no. Gracias. Estoy bien. –Percy llegó a la puerta y gritó buenas noches.

Nico y Leo siguieron caminando en absoluto silencio dirigiéndose a la cabaña de Nico que estaba bastante lejos.

-Bueno… ¿y qué tal lo llevas?-Preguntó Leo.

-¿Qué tal llevo el qué?-Dijo Nico.

-Lo de Percy. –Leo bajó la voz y Nico se encogió de hombros. Estaba claro que no quería hablar.

Cuando llegaron a la cabaña Hazel esperaba en la puerta y mientras Nico entraba Leo aprovechó para preguntarle a ella. Antes de decir nada Hazel preguntó:
-¿Y esa chica?

-¿Tu… tú la ves?- Pregunto Leo.

-Sí. ¿Tú no?- Preguntó Hazel asombrada.

-Pues… no. Solo tú y Rachel.

-Y Nico-Añadió Hazel.

-Ah… ¡por eso no quería hablar de lo de Percy! –Admitió Leo.

-¿Qué de Percy?- Preguntó Hazel curiosa.

Leo reaccionó. Se suponía que nadie más lo sabía aparte de Percy y él.

-Nada… no es importante. Oye, ¿hablamos otro día de esto vale?- Dijo Leo nervioso.

-¿No te da miedo dormir si esta chica está rondando por tu casa como un fantasma?

-No lo había pensado… y pensándolo mejor… ¿puedo quedarme aquí?-Preguntó Leo con atemorizado.

-Sí, tranquilo, claro. Te enseñaré la habitación de Nico donde dormirás, nunca la has visto, ¿no? y –

-Puedo dormir en el sofá, es más, me encantan los sofás.-Dijo Leo inmediatamente.


-Como quieras… ya sabes donde esta todo. Buenas noches. –Hazel le dio a Leo un beso de buenas noches y se fue, luego se quedó mirando al vacío – donde se suponía que estaba Julia – y finalmente se fue.