9 ANNABETH
Annabeth salió de la Cabaña de Hades decepcionada. Alguien tenía
que enseñar a su novio a comer correctamente. Por lo menos habían pasado un
buen rato, olvidándose de los problemas, como la desaparición de Nico. Pobre
chico… todo lo que había pasado… ¡y ahora esto!
Annabeth escuchó un ruido a sus espaldas. Se giró lo más rápido
posible a la vez que desenvainaba su espada lista para luchar contra cualquier
amenaza que se le presentase. Pero lo que vio la hizo enmudecer. Se quedó
quieta, observando, como poco a poco una figura de un niño adolescente se intentaba
desvanecer en el aire sin ser vista.
-¿Quién eres? –Preguntó Annabeth a la vez que se acercaba.
No hubo respuesta.
-¿Qué quieres, quién eres? ¡No te vayas, espera! –Annabeth corrió
hacía la figura y la agarró fuertemente a la vez que ambos desaparecían.
Al cabo de unos segundos, una fuerte luz le cegaba los ojos. Pero
solo duró un segundo ya que unas manos seguidas de una tela negra le taparon
los ojos. Annabeth estaba demasiado desorientada como para defenderse. Se
empezó a sentir cada vez más y más débil hasta que no pudo ni sostener sus
propios párpados.
Pasaron segundos, minutos, horas… Annabeth no lo sabía con
certeza, lo que sí sabía era que la habían secuestrado. Unas manos frías
desenvolvieron la tela. Annabeth aún no podía abrir los ojos del cansancio. Una
voz le dijo:
-Respira, espera, levántate sin prisa.
Esas amables palabras sorprendieron a Annabeth. ¿Qué tipo de
secuestrador diría eso?
Annabeth entreabrió los ojos y vio una mano invitándola
a ayudarla. Ella la aceptó y consiguió a duras penas ponerse en pie. Todavía
con los ojos cerrados se desplomó en los brazos de aquel ser secuestrador. Su
cuerpo se estremeció de lo helado que estaba aquel ser.
Annabeth decidió hacer caso al secuestrador. Inspiró, espiró,
esperó y aún en los brazos del chico, colocó sus manos en los hombros delgados
de él y con todas sus fuerzas consiguió ponerse en pie.
Lentamente abrió los ojos, pero no vio nada más que la amplia
orilla del campamento mestizo, y de pronto se sintió más fuerte. (OJO AL CANTO,
MINI-MOMENTO PERCABETH)
-¡Hey Annabeth! ¿Qué haces aquí?- Preguntó Percy sorprendido desde
el agua.- ¿Cuándo has llegado?
-Yo… -Annabeth decidió pensar sobre lo que acababa de pasar y
explicarlo luego en la reunión de la noche.- Solo pasaba por aquí.
-¡Pues, llegas en el mejor momento! El agua está buenísima… -Percy
arqueó las cejas.
-¡Estás loco! Si ya casi es invierno… Me voy a congelar. –
Annabeth se cruzó de brazos.
Percy cerró los ojos y se concentró en el agua frunciendo el ceño.
De pronto, vapor comenzó a salir del agua.
-¿Prefieres el agua así, caliente? -Percy sonrió desafiante.
-Cabezota. Que no me voy a bañar ahora, tengo cosas que hacer…
-Annabeth se acercó a la orilla.
Percy se dirigió a la orilla también.
-¿Te bañarás esta noche entonces? –Preguntó Percy pícaro.
-Tú mismo lo has dicho.
-Promételo por la laguna Estigia. –Percy la miró muy serio.
-Lo prometo por la laguna Estigia… -Dijo Annabeth soltando una
carcajada.
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