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8 PERCY
En ese momento Percy no podía pensar en nada más que en el enorme
plato lleno de trozos de pizza azules que había delante de él. Empezó a
engullir todos los trozos con la mirada fija en su comida favorita.
-Mirad como come…-Piper se tuvo que sujetar la barriga de tanto
reír.
Annabeth le dio un codazo a Percy, que acto seguido la miró
confundido con la boca llena de pizza azul. Annabeth levantó las cejas
sonriendo y señaló al resto del grupo.
-¿Qué es lo que os pasa, gente? Esta pizza está de muerte… ¡Quién
diría que tendrían pizza azul! A partir de ahora siempre pediremos la pizza del
mismo sitio. ¿Quién está conmigo? –Preguntó Percy animado.
-A mí me parece bien, también tenían pizza con queso sin lactosa,
y estaba riquísima ¡te lo digo yo! – Añadió Frank sonriente.
Percy se comió su último trozo de un bocado sin darse cuenta de
que parecía una ardilla con los mofletes hinchados. Todos sus amigos se
empezaron a reír.
-Posh no she lo que osh pasha xicosh, ¿esh
algo de lo que sho debería
reírme? -Dijo Percy con la boca llena
sin poder pronunciar bien las palabras.
Annabeth hizo una mueca de desagrado al ver a Percy hablando con
la boca llena. Leo y Piper no se podían contener la risa e intentaban disimular
que se habían atragantado. Frank y Hazel sonreían disimuladamente. Estuvieron
unos segundos así hasta que Jason dijo:
-Se ríen de ti.
Percy frunció el ceño enfadado e intentó masticar lo más rápido
posible. Cuando acabó de
tragar, se levantó de la silla y salió de la
habitación en silencio.
Todos se quedaron quietos en sus sillas. Annabeth fue la primera
en moverse, recogió su plato y se fue, Jason la siguió. Piper no se pudo
contener y en medio del silencio soltó una de las carcajadas más ruidosas de la
historia a la vez que Leo escupía toda su Coca Cola Diet en la cara de Hazel y
ésta le miraba con odio, lo cual hacía que Frank se empezase a reír también.
Nunca se había escuchado tantas risas en una Cabaña de Hades.
Parecía que nadie tuviese problemas ni preocupaciones.
Cuando todos estuvieron más
calmados Hazel recogió su plato y se dirigió a la cocina. Los demás hicieron lo
mismo en completo silencio y se fueron a sus cabañas.
Lo que nadie sabía era que Nico vigilaba desde detrás de una
columna.
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