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sábado, 6 de septiembre de 2014

Capítulo 3

(Para ver capítulo 1 o 2 deslizar hacia abajo)

3
Ya era de noche y Jason y Piper miraban las estrellas como cada noche. Leo subió disimuladamente al tejado de la cabaña de 
Jason.

-Psssssst. ¿Se puede? –Dijo Leo.

-¿Qué es esto, quien os ha invitado? –Susurró Piper un poco 
enfadada.

-¿Cómo que OS? –Pregunto Leo arqueando las cejas.

Jason señaló a 2 personas a su lado que estaban dando la espalda, y mientras vocalizaba: ¡Nico y Percy!
Leo asintió y respondió vocalizando: ¡Ahhhhh, vale!

-No tenías que vocalizar eso, es una tontería…-Admitió Jason.

-Es verdad… pero mola vocalizar.-Dijo Leo

-¿Y qué querías Leo?- Preguntó Piper con la cabeza apoyada en sus manos.

-Ah, sí. –Leo explicó lo que le había dicho Rachel.

-Pues no me suena nada de lo que dices, si eso pregunta a Hazel, si es un fantasma ella puede saberlo.- Respondió Jason.

-Por cierto, ¿te puedes llevar a estos dos?- Preguntó Piper utilizando un poco de su embrujahabla.

-Sí. Claro. Nico, Percy vamos. Ah, gracias Jason.

Percy, Nico y Leo bajaron las escaleras y saltaron la valla del tejado, primero se dirigieron a la cabaña de Percy y cuando estaban casi en la puerta Leo dijo:

-Percy, yo de ti me escondería. Por cierto, no sabía que Annabeth no sabía lo de… -

-Está bien Leo, tranquilo, algún día se lo tenía que decir, además es una tontería.- Respondió Percy.

-¿Se puede saber de qué habláis?- Preguntó Nico interesado.

-Nada una cosa de –

-Chicas. -Percy interrumpió a Leo y le guiñó el ojo.

-Sí… chicas. –Añadió Leo.

-Pues vale. Buenas noches Percy ¿quieres que te acompañe a la puerta?- Ofreció Nico.

-No, no. Gracias. Estoy bien. –Percy llegó a la puerta y gritó buenas noches.

Nico y Leo siguieron caminando en absoluto silencio dirigiéndose a la cabaña de Nico que estaba bastante lejos.

-Bueno… ¿y qué tal lo llevas?-Preguntó Leo.

-¿Qué tal llevo el qué?-Dijo Nico.

-Lo de Percy. –Leo bajó la voz y Nico se encogió de hombros. Estaba claro que no quería hablar.

Cuando llegaron a la cabaña Hazel esperaba en la puerta y mientras Nico entraba Leo aprovechó para preguntarle a ella. Antes de decir nada Hazel preguntó:
-¿Y esa chica?

-¿Tu… tú la ves?- Pregunto Leo.

-Sí. ¿Tú no?- Preguntó Hazel asombrada.

-Pues… no. Solo tú y Rachel.

-Y Nico-Añadió Hazel.

-Ah… ¡por eso no quería hablar de lo de Percy! –Admitió Leo.

-¿Qué de Percy?- Preguntó Hazel curiosa.

Leo reaccionó. Se suponía que nadie más lo sabía aparte de Percy y él.

-Nada… no es importante. Oye, ¿hablamos otro día de esto vale?- Dijo Leo nervioso.

-¿No te da miedo dormir si esta chica está rondando por tu casa como un fantasma?

-No lo había pensado… y pensándolo mejor… ¿puedo quedarme aquí?-Preguntó Leo con atemorizado.

-Sí, tranquilo, claro. Te enseñaré la habitación de Nico donde dormirás, nunca la has visto, ¿no? y –

-Puedo dormir en el sofá, es más, me encantan los sofás.-Dijo Leo inmediatamente.


-Como quieras… ya sabes donde esta todo. Buenas noches. –Hazel le dio a Leo un beso de buenas noches y se fue, luego se quedó mirando al vacío – donde se suponía que estaba Julia – y finalmente se fue.

Capítulo 2

(Para leer capítulo una BAJAR HACIA ABAJO)

 2
Los siete habían decidido quedarse un tiempo en el campamento mestizo. Percy sabía que podía vencerla pero ella tenía demasiadas técnicas y aunque parezca imposible, ¡sabía utilizar espada con ambas manos!

Annabeth corría de un lado a otro de la sala. Él estaba asustado, y ella lo sabía.

-Como en los viejos tiempos, ¿no? –Dijo Percy.
Antiguamente practicaban casi cada día con la espada en esta sala, y cómo no Annabeth ganaba siempre.

-Sí, pero ahora te considero un poco… mejor en la lucha diríamos. ¿Con un 1% de probabilidades de ganar? –Se burló Annabeth.

-Ya… Un 1% sobre 1%. Te entiendo, qué generosa.

-Ya lo sé, es que eres tan listo… te admiro.-Dijo Annabeth con ironía.

Percy y Annabeth empezaron a chocar sus espadas. Percy sabía que él iba a ganar. Lo veía clarísimo. Conocía tan bien a Annabeth que sabía en cada momento lo que iba a hacer. Veía la victoria. En el momento en que Percy iba a hacer el movimiento final… entró Leo.

-Eh. ¿Qué le pasa a Rachel? –Preguntó mirando a Percy.

Percy movió la cabeza para mirar a Leo cuando notó un ligero 
dolor en el pecho, y cuando miró en esa dirección vió la espada de Annabeth rozándolo.

-¡Ehhh, era tiempo muerto, no vale, ha entrado Leo! –Exclamó Percy.

-En las batallas no hay tiempo muerto. Si estas enfrentándote a un Minotauro y viene Leo y te dice cualquier tontería, - Ehhh-murmuró Leo – ¿te giras para ver lo que quiere?

-¡Es distinto, esto es amistoso! –Dijo Percy arqueando las cejas.

-¿Amistoso? Eso es lo contrario que expresaba tu cara hace 1 minuto. –Se burló Annabeth.

-¿Puedes dejar de criticarme?

-¡No te critico!

-¿Te has oído hablar alguna vez?

Percy y Annabeth estaban frente con frente, en cualquier momento alguien se haría daño.

-¡Eh! ¿Podéis parar ya? No sé lo que os pasa a vosotros dos. Un día súper cariñosos y ahora qué, ¿os queréis matar unos a otros? –
Gritó Leo caminando hacia ellos.
El silencio abundaba en ese momento.

-Perdón- dijo Percy mirando al suelo.

-Te va a costar más que una disculpa.- dijo Annabeth firmemente.

-¿Perdona? Has empezado tú.

-¿Yo?- Dijo Annabeth cogiendo su espada del suelo.

-Con lo del tiempo muerto, no te hagas la dura, ¡te iba a ganar!-Admitió Percy.

-¡QUE OS CALLÉIS YA!- Chilló Leo. En ese instante, llamas salieron de sus manos. Si no fuera por Percy y su muralla de agua, Annabeth ya no viviría.- Esto es lo que llamo yo a la Furia Leo… y no os gustaría una segunda demostración.

Cuando Leo miró a Annabeth, le estaba dando la mano a Percy por el susto de Leo.

-¿Veis? Así estáis más monos…-Aseguró Leo.

-Percy… ya sabes que a veces me pongo nerviosa y … -Dijo Annabeth avergonzada.

-Disculpa aceptada. -Preguntó Percy

-¿ALGUIEN SABE LO QUE LE PASA A RACHEL? –Preguntó Leo finalmente.

-No.-Dijo Annabeth

-Ni idea. ¿Por? –Añadió Percy.

-Me ha dicho que siempre ve a una chica detrás de mí…-Admitió Leo.

-Qué raro… ¿una chica detrás de ti?-Se burló Annabeth

-Por eso te mira tan raro… estaba empezando a pensar que le gustabas.-Susurró Percy.

Leo pensó en Rachel… pero cuando pensaba en ella veía al antiguo oráculo, una momia medio muerta con aliento que huele a cebolla.

-Ah, tío que asco… y pensar que la has besado.-Leo cerró los ojos.

-Eh, shhh, ejem… - Percy empezó a toser disimulando.

-¿Qué has hecho qué, cuándo? –Dijo Annabeth, que se empezaba a poner roja de furia.

-¿Yo? Nada. Leo mentía. De veras que…  –Percy echó a correr fuera de la sala y acto seguido Annabeth.


-Pues… ¡suerte… y corre!- Gritó Leo.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Capítulo 1

1

Después de la guerra contra Gaea, el oráculo Rachel se había vuelto más loca de lo habitual, y había empezado a sacudir a Leo y a gritarle cosas que nadie podía entender. Después de hablar de este tema con Quirón, que no supo qué hacer, Leo se preocupó mucho, no quería esperar.

Pero cada vez que Rachel se cruzaba con Leo, le miraba con los ojos muy abiertos, como si hubiese visto algo casi imposible. Leo no lo aguantaba más. Se dirigió a Rachel, no la conocía de mucho pero sabía que hace unos años Percy la había encontrado en una presa a la que había ido con Annabeth para una misión y había descubierto que podía ver a través de la niebla. Y lo mejor de todo, había decidido ser el oráculo del campamento mestizo.

-Oye, tú, Rachel. ¿Qué te pasa con mi cara?- Preguntó Leo.

-Ah… yo… no sé si te lo puedo decir, bueno en realidad podría darte alguna pista, pero no sería justo. Encima no me acuerdo de casi nada, solo lo general ya sabes, porque no soy del todo oráculo.-Dijo Rachel misteriosa.

-¿Qué es, una profecía, una guerra más, voy a morir?-Chilló Leo sacudiendo los hombros de Rachel que se sintió incómoda ya que apenas le conocía.
-Pues... todo depende.-Rachel respondió dándole la espalda.

-¿Cómo que depende? Eh, no te vayas. ¡¡¡Tenemos que hablar!!! – Leo la siguió mientras ella se dirigía a su cabaña, nunca había entrado porque le daba un poco de miedo y tampoco tenía razones, pero ahora sí…

La cabaña era muy pequeña comparado con la cabaña de Hefesto, parecía una tienda de campaña familiar, pero estaba hecha con maderas y telas. La puerta era un arco de el que caían distintos trozos de cadena metálica de colores. Las apartó con la mano y entró.

Lo primero que vio fue un estante con diferentes maquetas de todo tipo de misiones que habían hecho durante los últimos años en el campamento mestizo, de los titanes, gigantes, había hasta una de Hércules. Decidió no tocar nada y seguir explorando. No había mucha luz, pero al poco tiempo los ojos de Leo se acabaron acostumbrando a la tenue luz. Sentada en un sillón mirando por la ventana, estaba Rachel. Con los ojos cerrados cantaba una canción.

-¿Rachel…? –Preguntó Leo.

-Julia. –Dijo Rachel instantáneamente.

-Ah, no. Soy Leo.

-Con Julia, claro. –Añadió Rachel.

-¿De qué hablas? Aquí no hay nadie. Abre los ojos y míralo tú misma.

-Lo estoy viendo. Te está dando la mano. ¿Cuántos años tiene? Parece joven. –Susurró Rachel, todavía con los ojos cerrados.
Leo se miró las manos, y como se imaginaba, no había nada.

- ¿Rachel, qué te pasa? Estoy solo, te lo prometo. Abre los ojos y –

-Se me da mejor mirar con los ojos cerrados. La verdad puedo ver todo con más claridad. ¿Julia querida, quién eres? –Rachel apretó los ojos, como esperando una respuesta.-No, no te vayas por favor, solo quiero hablar.

-Rachel. Para ya. Me estás asustando. Por favor abre los ojos. –Dijo Leo intentando parecer calmado.
Rachel abrió los ojos y miró a Leo con los ojos entornados.

-Esto… ¿Leo? Sí, perdón que no nos hayan presentado antes, ¿O sí lo han hecho? Mira no lo sé. No sé lo que haces aquí, ¿Cómo has entrado, y lo importante, qué quieres? Porque si quieres que te hable de profecías ya sabes que me salen solas, no recuerdo ni la mitad de lo que digo en estado inconsciente pero es que noto algo en ti sabes… después de lo de Calipso, que por cierto, lo siento mucho –eráis adorables-  he estado viendo a una chica nueva siempre a tu lado. No sabía si era tu prima o tu hermana, luego descarté esas opciones porque tiene el pelo marrón y tú negro. Vale que lo tiene rizado pero a ver, ya me entiendes no es lo mismo. Jajaja… -Rachel respiró profundamente y esperó a que Leo dijera algo.

-¿No dirás Hazel? Oye, y ¿Qué te pasa en lo de hablar tanto? Me caes mejor en estado inconsiente… -Dijo Leo en voz baja.

-¡Ja! Que va, conozco a Hazel. Pero esta chica está siempre a tu lado. Tendrá como 14 años, rasgos europeos ya sabes típica chica española, o italiana. Pero miro en sus ojos y siempre mira al vacío. Le hablo y no me escucha. Está allí pero creo que en realidad no lo está del todo. –Dijo Rachel preocupada.

-Pues no me suena… ¿y siempre la ves, ahora también? –Preguntó Leo.

-¡No!, se ha ido hace unos minutos, se ha… desvanecido, o eso me ha parecido.- Respondió Rachel.

-Así que Julia… ¿y es guapa dices?-Dijo Leo pensativo.

-Se llama Julia… ¿Cómo lo sabes? Sabía que la conocías. 

-Qué va, Me lo has dicho tú, en estado inconsciente. Sabes… me das un poco de miedo cuando estas así, ya sabes, con los ojos cerrados y hablando raro. Pareces… no sé. ¿Poseída diría yo? –Dijo Leo avergonzado.

-Es que en realidad… Estoy poseída en ese momento por el oráculo. Lo siento si te doy miedo, pero el oráculo no puede caminar ni moverse, no te puedo hacer daño. Si te cuento un secreto a veces hablo con el oráculo, ¿Sabes? Es muy maja, sabe un montón de chistes… y –


-Vale, sí muy bien. Gracias por tu ayuda. Me tengo que ir. Tengo que enseñar una cosa a… mi cabaña de… hefesto, si claro. Y también… estoy un poco liado, ya sabes, con el Argo II y todo. Bueno encantado de conocerte. Adiós- Dijo Leo en el mismo instante por el que apartaba con la mano las cadenas.